domingo, 19 de abril de 2015

"Quiero"

Quiero que me oigas sin juzgarme,
quiero que opines sin aconsejarme,
quiero que confíes en mi sin exigirme,
quiero que me ayudes sin intentar decidir por mi,
quiero que me cuides sin anularme,
quiero que me mires sin proyectar tus cosas en mi,
quiero que me abraces sin asfixiarme,
quiero que me animes sin empujarme,
quiero que me sostengas sin hacerte cargo de mi,
quiero que me protejas sin mentiras,
quiero que te acerques sin invadirme,
quiero que conozcas las cosas mías que más te disgusten,
que las aceptes y no pretendas cambiarlas.
Quiero que sepas que hoy puedes contar conmigo,
sin condiciones.


Jorge Bucay



Hace mucho que una amiga me escribió esto en una de esas cartas que nos escribíamos y nos pasábamos en los cambios de clase. Recuerdo que me gustó el texto y lo guardé junto con los otros que tengo seleccionados. Lo curioso es que desde entonces nunca me había parado a buscar al autor (claro que antes no había tanto en internet o al menos el uso que me permitían era más restringido...), pero hasta hoy que he querido compartirla en el blog, no me ha dado por buscar el autor del texto. Curiosamente es uno de esos autores que ni si, ni no... ni me gustan ni me dejan de gustar, simplemente me deja ahí... nada nuevo pero sin ser horrible... (cierto que sólo he leído un libro suyo, tampoco puedo ser muy objetiva). Pero es uno de los textos que recuerdo con más cariño, quizá no tanto por el texto (que también), sino por la persona que me lo hizo llegar. :)

lunes, 23 de marzo de 2015

"Una sonrisa"

Una sonrisa no cuesta nada y produce mucho,
enriquece a quienes la reciben,
sin empobrecer a quienes la dan.
No dura más que un instante, 
pero su recuerdo es eterno.

Nadie es demasiado rico para prescindir de ella, 
nadie es demasiado pobre para no merecerla.
Da felicidad en el hogar, apoyo en el trabajo, 
es el símbolo de la amistad.

Una sonrisa da reposo al cansado,
anima a los deprimidos.
No puede comprarse, ni prestarse, ni robarse,
pues es una cosa que no tiene valor,
hasta el momento en que se da.

Y si alguna vez tropieza con alguien 
que no sabe dar una sonrisa más,
sea generoso, dele la suya.
Porque nadie tiene tanta necesidad de una sonrisa
como aquel que no se la puede dar a los demás.


Mahatma Gandhi

"Cuando pensabas que no estaba mirando"

Cuando pensabas que no estaba mirando,
colgaste mi primer dibujo en el refrigerador,
y eso me hizo querer pintar otro.

Cuando pensabas que no estaba mirando,
alimentaste a un gato callejero,
y aprendí a ser amable con los animales.

Cuando pensabas que no estaba mirando,
horneaste una torta de cumpleaños para mí,
y supe que las pequeñas cosas son las que cosas importantes.

Cuando pensabas que no estaba mirando,
hiciste una oración,
y descubrí que siempre habrá un Dios con quien puedo conversar.

Cuando pensabas que no estaba mirando,
me diste un beso de buenas noches,
y me sentí amada.

Cuando pensabas que no estaba mirando,
vi algunas lágrimas salir de tus ojos,
y supe que algunas cosas son dolorosas,
pero no hay nada de malo en llorar.

Cuando pensabas que no estaba mirando,
me sonreíste,
y me sentí hermosa.

Cuando pensabas que no estaba mirando,
miré...

Y te quiero dar las gracias
por todo lo que has hecho
cuando pensabas que no estaba mirando.


Mary Rita Schilkekorzan
(Traducción: Karem Molina Escobar)

lunes, 12 de enero de 2015

El mito del andrógino

Hace tiempo leí el libro "Once minutos" de Paulo Coelho y recuerdo una historia que se contaba en él que me gustó mucho, bueno recuerdo que había varias pero esta me gustó especialmente. Buscando en internet (por la cosa de no copiar a manita lo del libro...xD) la encontré, también encontré versiones más extensas pero recuerdo que la que leí era esta... Se trata de el mito del andrógino en "El Banquete" de Platón.


"Según Platón al principio de la creación, los hombres y las mujeres no eran como son hoy; había sólo un ser, que era bajo, con su cuerpo y un cuello, pero cuya cabeza tenía dos caras, cada una mirando en una dirección. Era como si dos criaturas estuviesen pegadas por la espalda, con dos sexos opuestos, cuatro piernas, cuatro brazos.
Los dioses griegos, sin embargo, eran celosos, y vieron que una criatura que tenía cuatro brazos trabajaba más, dos caras opuestas estaban siempre vigilantes y no podían ser atacadas a traición, cuatro piernas no exigían tanto esfuerzo para permanecer de pie o andar durante largos períodos. Y lo que era más peligroso: la criatura tenía dos sexos diferentes, no necesitaba a nadie más para seguir reproduciéndose en la tierra.
Entonces dijo Zeus, el supremo señor del Olimpo: “Tengo un plan para hacer que estos mortales pierdan su fuerza”. Y, con un rayo, partió a la criatura en dos, y así creó al hombre y a la mujer. Eso aumentó mucho la población del mundo, y al mismo tiempo desorientó y debilitó a los que en él habitaban, porque ahora tenían que buscar su parte perdida, abrazarla de nuevo, y en ese abrazo recuperar la antigua fuerza, la capacidad de evitar la traición, la resistencia para andar largos períodos y soportar el trabajo agotador. A ese abrazo donde los dos cuerpos se confunden de nuevo en uno lo llamamos sexo."