sábado, 5 de septiembre de 2020

El reencuentro



 Se miraron, llevaban demasiado tiempo sin verse, y aún había muchas cosas de las que tenían que hablar. Pero para ninguno de los dos eso era tan importante como el hecho de sentirse, de comprobar que hoy, ahora, eso era real, que estaban allí uno frente al otro, que no era su mente jugándoles una mala pasada. Ojalá esto hubiera pasado unos años después, cuando la gente a pesar de la distancia, mantiene el contacto, se mensajean, se ven...; pero para ellos eso aún no existía. La distancia llegó y plantó un muro entre ellos y entre lo que había empezado a surgir.





¿Dónde habían estado? ¿Qué habían hecho? ¿Volverían a separarse? ¿Habría alguien más en sus vidas ahora? Todas estas cosas eran como flashes en sus cabezas y tan sólo hacía un minuto que el universo les había vuelto a regalar el uno al otro.

Unos saludos rápidos, un "venga pasa" como si no hubiera pasado el tiempo. Y allí sentados en aquel sofá empezaron a charlar, aunque nada de lo que se contaban era realmente importante. Y aunque sus bocas hablaban, sólo pensaban en que ojalá la distancia entre ellos fuera menor, en poder olerse mejor, ¿tendrían el mismo olor sus cuerpos?. En su mente ya se dibujaba el olor de su cercanía, se escuchaba la caricia lenta de esos brazos que tanto deseaba que le estrecharan, fuertes y decididos; que le atrajeran a su pecho como si todo este tiempo no importara. ¿Qué más me dan los sitios que hayan pisado sus pies, si sólo quiero besar sus brazos?, ¿qué más me da lo que hayan visto sus ojos, si sólo quiero perderme entre sus piernas?

Ya no escuchaba nada, su cabeza y su deseo habían tomado el control y sólo quería más, sólo quería que fuera real, sólo quería probar sus labios de nuevo, su boca..., aún la recordaba y la imaginaba junto a la suya, jugando, bailando una bella danza, lenta, pausada, queriendo disfrutar de cada rincón de su boca. Pero eso sólo duraba unos instantes, porque el tiempo de ausencia había aumentado el deseo de tenerse y el baile se volvía más intenso, como si quisiera beberle antes de que pudiera volver a desaparecer.

Sus manos, ¿qué habían tocado sus manos todo este tiempo? ¿a quién? ¿acaso importa?, ahora están aferrándose a su espalda, paseando divertidas de arriba a abajo, a veces visitan su abdomen, sus pechos, y vuelven atrás y bajan, bajan... el pantalón es un estorbo y empieza a volar la ropa como algo que poco tiene que ver en ese momento. Ahora, en ese instante son dos cuerpo y dos almas; dos almas que se han extrañado lo que para ellos ha sido una eternidad, y dos cuerpo que se buscan y después de tanto tiempo se encuentran... y vaya encuentro...

Sus manos van y vienen, no pueden parar quietas, demasiados rincones que anhelaban, demasiado deseo comiéndoles por dentro. El tacto de sus pieles, cuerpo a cuerpo, el roce de sus pechos, acariciarse sin descanso; a veces lento, a veces más intenso, más fuerte..., demasiadas emociones, demasiado tiempo, demasiada distancia... Pero en ese momento sólo había demasiada pasión, demasiadas ganas, demasiado deseo.

Recorrerse con las manos empezó a no ser suficiente, y las bocas entraron en acción. El sabor de su cuello... y mil calambres, mil cosquillas que bajan hasta los pies; su lengua, que baja por el pecho, lo besa, lo desea y baja por los contados, de nuevo se estremece y vuelve al centro, al vientre, demasiado cerca; sólo un poco más abajo y pierde la cabeza. Sus manos aprietan sus muslos, y su boca empieza también esa expedición, hasta abajo, sus pies... sus tobillos... sus pantorrillas... y ya estamos en la subida; los muslos, agarra sus piernas y ya no sabe si va o viene. Y ahí perdidos en un placer infinito, se reencuentran, se disfrutan.

Vuelven a encontrarse las miradas, y se necesitan más intensamente que nunca y se dan cuenta de que todo ha cambiado; porque ahora se disfrutan más, ahora conectan mejor, se leen mejor. Y así, mirándose fijamente, comienzan otro de sus bailes; con sus bocas, sus lenguas, pero ahora también sus cuerpos se encuentran y bailan. Y como antes, todo comienza lento, tranquilo, sintiéndose, disfrutándose una vez más; pero de nuevo empiezan a perder el control y sus cuerpos piden más, más intenso, más rápido; y aunque no hay prisas, no pueden esperar a sentirse uno, a fundirse mutuamente, y que el tiempo se esfume, que nada importe salvo ellos mismos y sus cuerpos, que en ese instante explotan de placer.

Un suspiro, desde lo más profundo; y ahí, sin poder apartar la mirada de sus ojos, empieza a dudar si todo esto ha sido real o una vez más se ha dejado llevar por sus fantasías.



<04-09-20>

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